Poco o nada nuevo se puede comentar sobre la oportunidad y alcance de los días o años mundiales dedicados a tantas facetas de la realidad. Si acaso añadir que en este caso la puntería ha resultado excelente. Porque todavía más que un cambio de modelo económico urge el del energético. Mucho más insostenible que la especulación financiera y que además afecta a la totalidad de la vida. Baste recordar, una vez más, que el clima no para de dar bandazos. Algunos se llevan por delante a poblaciones enteras de plantas y animales o todo su esfuerzo reproductor. Es, por poner un solo ejemplo de los muchos miles, el caso de la pérdida del 80 por cien de las crías de foca arpa en las costas canadienses. Debida, como han demostrado los investigadores, a la falta de hielo.
No cabe otra solución que aceptar el regalo que supone la energía solar. Por mucho que se estén dando pasos en la dirección contraria. El año pasado se ha quemado más carbón en nuestro país que es el tercer productor mundial de electricidad de origen renovable.
Todos los retrasos en no aceptar la necesidad de la generalización de las renovables es ahondar todavía más la debacle económica y la injusticia. Porque todo debe ser analizado por los dos extremos a la vez. Conviene recordar que mientras los países de la opulencia sobra hasta la mitad de la energía disponible son más de 1.500 los millones de personas que carecen de cualquier tipo de conexión a una red eléctrica. Todavía es mayor el montante de humanos que solo cuenta con la biomasa como combustible para cocinar o calentarse. Y todos ellos sufren mucho más que nosotros las consecuencias del cambio climático.
Mientras que la crisis ya es catástrofe para demasiados son todavía más los que no conocen cosa alguna que no sea el estar reducidos a la mínima expresión en lo que a comodidades se refiere. De ahí que entre los llamamientos que conlleva este año mundial figure el que las energías renovables empiecen a brindar alguna oportunidad a los no enchufados, en todos los sentidos del término, coloquiales incluidos. Sin descartar que las renovables son más baratas, limpias, seguras y justas.
Como lúcidamente expresó Epicteto: "el sol da a cada ser humano, sin tener que pedírselo, la energía que necesita". Entonces solo para vivir, pero hoy sabemos convertirla en electricidad.