
Con este dato, "cualquier paciente se replantearía un procedimiento médico, sin embargo, entre la gente joven parece que el mensaje no impresiona", afirma la principal autora de la investigación, Anne Laumann, profesora de Dermatología en la facultad de medicina Feinberg de la Universidad Northwestern de Chicago (EEUU). Lo deseable sería que los interesados "se informasen más sobre las repercusiones" que esta práctica puede tener sobre su salud. "La prevención es el objetivo, no el enemigo", añade.
Para ello, Laumann y su equipo han desarrollado una revisión de estudios en la que, además de confirmar cuáles son las complicaciones más habituales: infecciones y sangrados locales, observan otras que, aunque más raras, entrañan mayor riesgo. Así, por ejemplo, se encuentran casos de hepatitis, endocarditis (infección del endocardio) y abscesos cerebrales (infección en el cerebro). También se han registrado dermatitis de contacto, hemorragias, formación de queloides (mala cicatrización) y daños en los nervios.
Problemas que pueden aparecer o no dependiendo de los materiales que se usen, de la experiencia de quien los pone, de la higiene del procedimiento, de los cuidados posteriores y, sin duda, de las zonas del cuerpo. Como asegura Eduardo Fonseca Capdevila, jefe de Dermatología del Hospital Universitario de A Coruña, los piercings que más complicaciones generan son "los de la lengua, los labios y los genitales".